Por estos días mientras mi tiempo lo permite, estoy leyendo el libro "Besame mucho" del doctor Carlos González y en muchos sentidos ha sido revelador. González nos habla básicamente de la importancia de abrazar, besar y contener a nuestros bebés. Lo explica desde la perspectiva más lógica, que no siempre prima en los tiempos actuales. ¿Cuántas veces no hemos escuchado la frase "no lo tomes tanto que se va a acostumbrar a los brazos"?

Si un bebé llega a  un mundo nuevo, frío y hostil, lo más natural es que quiera sentirse seguro junto a la única forma que conoce de hacerlo, al lado de su madre. Esta figura es su "todo" reconoce la voz que escuchó durante 9 meses, reconoce los latidos ritmicos de su corazón, por eso los bebés se calman al contacto íntimo con su madre, no porque sean malcriados, ella es su seguridad, estar con la madre es su instinto más básico de supervivencia, ella lo consuela, lo protege, lo alimenta. ¿En qué momento se volvió "malo" que un bebé quiera estar pegado a su madre?

Cada día aparecen nuevos y más aparatosos sustitutos de los brazos maternos, sillas con mil melodías, que imitan la vibración del auto, super cunas con un montón de funciones, coches ultra producidos para correr, etc. ¿Y nuestras bisabuelas cómo pudieron sobrevivir sin todos estos artículos indispensables?

La maternidad se ha vuelto una industria muy rentable, cada día hay más "novedades" y a un mayor precio, cuando en realidad lo que un bebé requiere es algo tan elemental como los brazos de sus padres, un bebé no necesita un coche de 200 lucas, lo necesitamos nosotros para facilitarnos la vida.

Sólo quiero que se entienda que no se malcría a un bebé por llevarlo en brazos, al contrario se le brinda la seguridad que necesita para desenvolverse en el mundo con confianza.

Si tienen el tiempo lean ese maravilloso libro, si lo necesitan escríbanme a joce.castro@gmail.com